31-12-2020


*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Jueves, 31 de diciembre, 2020_

Al terminar el año es bueno dejarlo todo en la presencia de Dios, decirle que queremos que todo lo bueno que hemos vivido sea para su gloria, y pedirle al Espíritu Santo que purifique todo lo que no ha sido santo, bello y bueno.

En un año el Espíritu Santo ha hecho muchas cosas en nuestra vida, ha trabajado secretamente en nuestro interior y nos ha enseñado secretos de sabiduría. De nuestras angustias, fracasos, errores y sufrimientos, también ha sacado cosas buenas, aunque nosotros no alcancemos a descubrirlas.

Demos gracias al dulce huésped del alma, por su presencia discreta y constante, por su tierna paciencia con nosotros, y sobre todo por su infinito amor, que puede darle sentido a todo lo que hemos vivido.

Y para poder comenzar mañana un año mejor, invoquémoslo con toda el alma:

_»¡Ven Espíritu Santo!»._
Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Juan 1,1-18.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que es Dios y está en el seno del Padre». Palabra del Señor.

Reflexión Papa Francisco.

Jesús vino precisamente para los marginados: Él se margina, no considera un valor innegociable ser igual a Dios. En efecto, se humilló a sí mismo, se anonadó. Él se marginó, se humilló para darnos el misterio del Padre y el suyo.

No se puede recibir esta revelación fuera, al margen, del modo como la trae Jesús: en humildad, abajándose a sí mismo. Nunca se puede olvidar que el Verbo se hizo carne, se marginó para traer la salvación a los marginados.

(…) Resulta evidente que la grandeza del misterio de Dios solo se conoce en el misterio de Jesús, y el misterio de Jesús es precisamente un misterio de abajarse, de anonadarse, de humillarse, y trae la salvación a los pobres, a quienes son aniquilados por muchas enfermedades, pecados y situaciones difíciles.

Fuera de este marco no se puede comprender el misterio de Jesús, no se puede comprender esta unción del Espíritu Santo que lo hace gozar…

Pidamos la gracia al Señor de acercarnos más, más, más a su misterio, y de hacerlo por el camino que Él quiere que recorramos: la senda de la humildad, la senda de la mansedumbre, la senda de la pobreza, la senda de sentirnos pecadores. Porque es así como Él viene a salvarnos, a liberarnos

Laudes

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 340 de 365

Ezequiel 47–48
Eclesiástico 37,16-31
Apocalipsis 8

30-12-2020


Los cinco minutos del Espíritu Santo

Miércoles, 30 de diciembre, 2020

El Espíritu Santo es luz. Eso significa muchas cosas:

La luz del sol hace posible la vida. Si el sol se apagara, la vida desaparecería en esta tierra. Por eso, la luz también simboliza la vida, y el Espíritu Santo es una fuente permanente de vida. Habitando en lo más íntimo de cada cosa, la hace existir con su poder. Pero de un modo especial, el Espíritu Santo es vida para nuestra intimidad, porque él es amor, y sin el amor no hay vida que valga la pena.

La luz también es necesaria para caminar, para ver el camino, para saber a dónde vamos. Si alguna vez hemos hecho la experiencia de caminar a oscuras, perdidos y desorientados, sabemos lo que significa la luz. Y cuando aparece una pequeña claridad que nos orienta, la amamos y la agradecemos. El Espíritu Santo es luz. Él nos hace descubrir por dónde tenemos que caminar y hacia dónde tenemos que ir. Cuando lo invocamos con sinceridad, él nos ilumina para tomar las decisiones correctas.

La luz también nos permite ver las cosas, descubrir sus colores, su belleza. Cuando dejamos que el Espíritu Santo ilumine cada cosa, podemos ver su hermosura y disfrutarlas mucho más.

Demos gracias al Espíritu Santo porque él derrama su luz en nuestra vida.
Evangelio del Día
Padre Luis Maldonado
Lucas 2, 36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. (Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño,) se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él. Palabra del Señor.
Reflexión Papa Francisco.
Podemos imaginar a esta pequeña familia, en medio de tanta gente, en los grandes patios del templo. No salta a la vista, no se distingue. Y, sin embargo, no pasa desapercibida.
Dos ancianos, Simeón y Ana, movidos por el Espíritu Santo. Se acercan y empiezan a alabar a Dios por ese niño en el que reconocen al Mesías, luz de las gentes y salvación de Israel. Es un momento sencillo, pero rico de profecía: el encuentro entre dos jóvenes esposos, llenos de alegría y fe por la gracia del Señor y dos ancianos. Ellos también llenos de alegría y de fe por la acción del Espíritu. ¿Quién hace que se encuentren?: Jesús. Es Jesús quien hace que se encuentren los jóvenes y los ancianos.
Jesús es Aquel que acerca a las generaciones. Es la fuente de ese amor que une a las familias y a las personas, venciendo cualquier desconfianza, cualquier aislamiento, cualquier lejanía. La buena relación entre los jóvenes y los ancianos es decisiva para el camino de la comunidad civil y eclesial.
Visperas
Laudes
Completas

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Día 339 de 365

Ezequiel 45 – 46
Eclesiástico 37, 1-15
Apocalipsis 7

29-12-2020


Los cinco minutos del Espíritu Santo

Martes, 29 de diciembre, 2020

«Ven Espíritu Santo, y ayúdame a poner en tu presencia todo lo que me preocupa, todo lo que me inquieta, todo lo que perturba mi paz.
Tú sabes cuáles son mis preocupaciones más profundas, pero hoy quiero contártelas, porque es mejor compartirlas contigo que pretender enfrentarlas con mis pocas fuerzas humanas.
Escúchame Señor, porque clamo a ti con toda mi alma, a ti levanto mis brazos y te ruego que me auxilies.
Quiero decirte todo lo que a veces me preocupa: mi salud, mi trabajo, mis seres queridos, mis necesidades, y todo lo que me perturba y me inquieta. Toma todo eso, y ocúpate también tú conmigo. Ven Espíritu Santo, porque así no me sentiré solo con el peso de la vida, y podré caminar y avanzar con ganas. Ven para que pueda experimentar tu dulzura, tu gozo, tu fuerza. Dame la gracia de ver que, aunque todo pasa, lo que nunca se acaba es tu amor, y con ese amor puedo enfrentarlo todo.
Amén.»
Evangelio del Día
Laudes
Visperas
Completas

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Día 338 de 365

Ezequiel 42–44
Eclesiástico 36,18-27
Apocalipsis 6

28-12-2020


*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Lunes, 28 de diciembre, 2020_

Cuando está terminando un año, es hora de evaluar cómo lo hemos vivido, y también es el momento de prepararnos para comenzar una nueva etapa de nuestras vidas. Es hora de revisar cómo están nuestros grandes ideales, y de preguntarnos cómo podríamos vivirlos mejor. 

Pero cuando nos preparamos para comenzar una nueva etapa, es indispensable detenernos a presentarle al Espíritu Santo nuestros proyectos y nuestros sueños, y también a pedirle que nos ilumine para ver si eso realmente nos conviene. 

El Espíritu Santo siempre busca hacernos crecer, hacernos avanzar un poco más. Por eso, él mismo nos inspira para que comencemos nuevas etapas, para que no nos quedemos encerrados en el pasado, para que saquemos lo mejor de nosotros, y sepamos volver a comenzar, una vez más. Él se derrama de un modo especial cuando está por comenzar algo nuevo. 

Dejemos que en estos últimos días del año el Espíritu Santo nos inspire sueños buenos, proyectos generosos, perspectivas llenas de esperanza y entusiasmo.
Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Mateo 2,13-18.

En aquel tiempo, Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo. Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías: En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen». Palabra del Señor.

Reflexión del Evangelio
El evangelio de hoy nos muestra como la ambición de poder convierte al ser humano en un verdadero monstruo. El ego, la autorreferencialidad, el capricho… petrifican el corazón.

Muchos son los dramas humanos… situaciones provocadas por la ambición y el poder. Parece que estas realidades ya no nos hieren. Ante el exceso de información y la repetición de las tragedias, desenvolvemos una coraza de protección que nos puede llevar a la indiferencia y a cerrar los ojos ante el dolor de tantas personas, víctimas inocentes que no consiguen salir por sí mismas de las situaciones de explotación, malos tratos, humillaciones.

La escucha de la Palabra de Dios nos ayuda a ver las situaciones donde la vida está amenazada. Cuando percibimos lo que ocurre a nuestro alrededor, quienes son los débiles y escuchamos los clamores y llantos silenciados, el Señor nos lleva a respuestas astutas, audaces y comunitarias. Incluso a veces es necesaria la huida, para que después se pueda retomar la vida: “Huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise, porque…” (Mt 2, 13).

La biblia nos revela constantemente que Dios está al lado de los pequeños, de los excluidos, de aquellos a quienes se les niega el derecho de ser, de tener oportunidades. Hoy la Palabra nos provoca y cuestiona: ¿De qué lado estoy? ¿De qué lado quiero estar? La fe nos urge, nos lanza… no para ser salvadores o héroes, sino para que, con sencillez y constancia, nos comprometamos con el Reino de Dios.

Laudes
Completas
Visperas

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Día 337 de 365

Ezequiel 40–41
Eclesiástico 36,1-17
Apocalipsis 5

27-12-2020


*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Domingo, 27 de diciembre, 2020_

El Espíritu Santo vive extasiado con el Padre Dios y con su Hijo Jesús. Por eso él siempre nos mueve a adorar al Padre y a vivir en amistad con Jesús. Su gloria está en que nosotros busquemos la amistad con Jesús cada vez más.

Hoy la Iglesia nos invita a recordar al evangelista San Juan, visto como el discípulo amado (Juan 20,3-8), que pudo hablar de Jesús con gran profundidad porque había vivido muy de cerca los momentos más importantes del Maestro. Se recostaba sobre su pecho y le preguntaba sus dudas, y estuvo al pie de la cruz cuando todos se habían ido. Por eso es el modelo del discípulo fiel hasta las últimas consecuencias, con una fidelidad que brota de un amor invencible. Esa misma amistad quiere producir el Espíritu Santo en nuestras vidas.

Juan es testigo privilegiado de la resurrección del Señor, porque no sólo fue el primer discípulo que vio el sepulcro vacío, sino que al verlo interpretó la Palabra de Dios (Juan 20,9) y creyó en la resurrección de Jesús. Así nos enseña cómo los acontecimientos que aparentemente no dicen nada, si son iluminados por la Palabra de Dios pueden comunicarnos los mensajes más profundos. Todo lo que nos pasa puede enseñarnos algo grande si aprendemos a iluminarlo con la Palabra del Señor que lo aclara y lo explica.

La Iglesia primitiva, sobre todo la comunidad de Juan, valoraba especialmente sus enseñanzas, porque estaban fundadas en su experiencia particular junto a Jesús, como «el discípulo al que Jesús amaba» de un modo especial, el que lo acompañó en todo momento. También nosotros podemos aprender muchas cosas recostados en el pecho de Jesús. Pero para eso necesitamos que el Espíritu Santo nos libere de muchas ataduras del corazón que nos alejan del Señor. Pidámosle que nos llene con su fuego, para que queme todo lo que no nos deja vivir esa hermosa amistad.
Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado
*Lucas 2,22-40.*

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones. Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescripto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo: «Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel». El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anuncio: «Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de joven había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él». _Palabra del Señor._

*Reflexión del Evangelio *
En medio de las festividades de la Natividad del Señor, esta fiesta de la Sagrada Familia nos viene a decir que Jesús nació en el seno de una familia, que su inicio en la vida fue como el de cualquiera de nosotros.

Es un buen día para dar gracias a Dios por nuestras familias, por nuestros padres, por nuestros hijos…

Formar una familia es una vocación: una llamada y un compromiso. La familia es una Iglesia doméstica, y es importante que en este día reflexionemos y miremos si es nuestra familia presencia de Dios entre los hombres. Para esto, las lecturas que hoy nos ofrece la Iglesia nos ayudan a pensar si vivimos, si actuamos, si nos sentimos como verdadera familia humana y cristiana; si vivimos realmente nuestra familia como una vocación, como una verdadera y sincera respuesta a los grandes interrogantes del hombre: quién soy, cómo soy, hacia dónde quiero ir… respuesta que nos lleva a vivir nuestra fe dentro de la familia, para ser reflejo del Amor de Dios en el mundo.

Laudes
Completas
Visperas

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Día 336 de 365

Ezequiel 38–39
Eclesiástico 35
Apocalipsis 4

26-12-2020


*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Sábado, 26 de diciembre, 2020_

El agua apaga el fuego, pero el viento lo aviva. ¿Por qué al Espíritu Santo se lo asocia con el fuego, el agua y el viento al mismo tiempo?

El Espíritu Santo es fuego espiritual, porque, cuando se lo permitimos, él quema nuestros males y los reduce a cenizas. Destruye el pecado, el egoísmo, la vanidad, la tristeza.

Pero luego viene como viento, arrastrando esas basuras y cenizas que quedan todavía en el alma.

Y finalmente se derrama como lluvia, que termina de limpiar toda impureza. A veces es agua que cae suavemente; otras veces es un torrente lleno de ímpetu y furor, que arrasa lo malo con toda su potencia de santidad.

Nosotros a veces le exigimos al Espíritu Santo que venga a nuestra vida de determinada manera. Quisiéramos que cayera siempre como lluvia mansa, o preferiríamos siempre el calor del fuego, o desearíamos una brisa suave. Pero él viene siempre de distinto modo, viene como a él le parece. En realidad, viene como más lo necesitamos, aunque a veces no podamos comprenderlo, aunque nos resulte incómodo.

Pero es mejor dejarlo actuar como él quiera, ya que él sabe mejor que nadie lo que realmente nos hace falta para seguir creciendo.
Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado
*Mateo 10,17-22.*

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre». _Palabra del Señor._

*Reflexión Papa Francisco.*

Jesús dice: «Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará». Estas palabras del Señor no turban la celebración de la Navidad, sino que la despojan del falso revestimiento empalagoso que no le pertenece. Nos hacen comprender que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida.

Para acoger verdaderamente a Jesús en nuestra existencia y prolongar la alegría de la Nochebuena, el camino es justo el que indica este Evangelio.

Es decir, testimoniar a Jesús en la humildad, en el servicio silencioso, sin miedo a ir a contracorriente…

Seguir el Evangelio es ciertamente un camino exigente, pero ¡bello, bellísimo!, el que lo recorre con fidelidad y valentía recibe el don prometido por el Señor a los hombres y a las mujeres de buena voluntad. Como cantan los ángeles el día de Navidad: ¡paz, paz!

Hoy, hermanos y hermanas, oremos, en particular, por cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por su testimonio de Cristo. Quisiera decir a cada uno de ellos: si llevan esta cruz con amor, han entrado en el misterio de la Navidad, han entrado en el corazón de Cristo y de la Iglesia.

Recemos también para que, gracias al sacrificio de estos mártires de hoy, son tantos, tantísimos, se fortalezca en todo el mundo el compromiso para reconocer y asegurar concretamente la libertad religiosa, que es un derecho inalienable de toda persona humana.

Completas
Laudes

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Día 335 de 365

Ezequiel 35 – 37
Eclesiástico 34, 14-26
Apocalipsis 3

25-12-2020

Los cinco minutos del Espíritu Santo

_Viernes, 25 de diciembre, 2020

“Ven Espíritu Santo, llena mi corazón y mi boca de alabanzas, para adorar con el coro de los ángeles a Jesús recién nacido. Enséñame a contemplarlo con los ojos sencillos de los pastores, a regalarle ofrendas de amor como los magos.
Toca mi mente y mi corazón para que pueda admirarme feliz ante Dios encarnado, el que me amó tanto hasta hacerse niño, para salvarme desde la pequeñez humana.
¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz! Enséñame a orar, Espíritu Santo, para que pueda adorar a mi Salvador y cantarle a su sencillez divina.
Y obra dentro de mí, Espíritu Santo, para que Jesús pueda nacer también en mi vida, para que pueda nacer en mi casa, para que ilumine todo con su presencia.
Que en esta Navidad puedan renacer muchas cosas buenas en mí. Renuévalo todo con tu gracia, Espíritu de santidad. Toma toda mi existencia.
Amén.»

Evangelio del Día
Completas
Laudes
Visperas

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Día 334 de 365

Ezequiel 33 – 34
Eclesiástico 34, 1-13
Apocalipsis 2

24-12-2020


Los cinco minutos del Espíritu Santo

Jueves, 24 de diciembre, 2020

El Espíritu Santo engendró a Jesús en el seno de María. Dice el Evangelio que ella _»concibió un hijo por obra del Espíritu Santo»_ (Mateo 1,18).

De la misma manera, el Espíritu Santo puede hacer nacer a Jesús en nuestro interior, para que Jesús alegre nuestro corazón.

Pero no basta decir esto, que hoy se repite mucho. Porque la Navidad no es una celebración puramente íntima, no es un encuentro entre mi corazón y Jesús, como si no existiera nada más. El Espíritu Santo quiere hacer renacer a Jesús en toda mi existencia: en mi trabajo, en mis proyectos, en mis relaciones, en mi familia. Y lo más importante es que Jesús nazca entre nosotros, para ayudarnos a crear un mundo mejor, de fraternidad y justicia.

Porque a él no le agradamos sólo por nuestros dulces sentimientos, sino por nuestra docilidad llena de amor que nos lleva a comunicar a los demás lo que hemos recibido. El Espíritu Santo siempre busca crear vida comunitaria, y una vida comunitaria cada vez más generosa y ejemplar. Por eso, a él no le basta con hacer nacer a Jesús en la intimidad de cada uno, sino en la vida compartida de cada familia, de cada grupo, de cada comunidad.
Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Lucas 1, 67-79

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:

«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir a favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres, y acordarse de su santa alianza.

El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.» Palabra del Señor.

Reflexión del Evangelio

El canto de Zacarías nos recuerda la entrañable misericordia de Dios. La misericordia es totalmente expresada por Dios en el mandar a su Hijo Unigénito para la salvación del mundo. El misterio que contemplaremos en la Navidad es el de Dios hecho niño. Esta es una de las muestras más grandes de la misericordia de Dios y, al mismo tiempo, el habernos preparado para este momento nos deja en la expectativa de contemplar al niño envuelto en pañales. Acerquémonos a contemplar la mirada del Niño Jesús que quiere resplandecer en nuestro corazón. Dejemos que, en medio del silencio, Él mismo nos cautive con cada una de sus acciones y que contemplándolo hecho niño por amor, nuestro corazón se llene con la gracia que más necesitamos.

Completas
Laudes

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Día 333 de 365

Ezequiel 31 – 32
Eclesiástico 33, 16-33
Apocalipsis 1

23-12-2020


Los cinco minutos del Espíritu Santo

_Miércoles, 23 de diciembre, 2020_

El Espíritu Santo no se deleita cuando nos escondemos de las dificultades, cuando queremos ignorar los problemas, cuando escapamos de los desafíos que la vida permanentemente nos presenta.

Al contrario, el Espíritu Santo es viento que empuja. Él nos invita siempre a enfrentar las dificultades, nunca a escapar.

Porque cada dificultad que yo tenga que enfrentar será siempre una nueva posibilidad para crecer.

En cada problema que resuelvo aprendo algo nuevo, después de cada experiencia dura que atravieso, queda siempre algo más de sabiduría en el corazón. Ninguna dificultad es en vano, ningún sufrimiento es inútil.

Siempre, después de una tormenta de la vida, salimos renovados. Se libera algo nuevo que, sin esa tormenta, no habríamos descubierto.

Hay muchas cosas bellas en nuestro interior que tenemos que ejercitar para que se desarrollen, y cada nuevo desafío de la vida es esa oportunidad para desarrollarlas.

Por eso, el Espíritu Santo siempre nos mueve a enfrentar las cosas, y nunca a retraernos como perros miedosos. Dejémonos llevar.
Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Lucas 1,57-66.

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan». Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre». Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él». Palabra del Señor.

Reflexión Papa Francisco.

El sentido de la vida de Juan es indicar a otro. Juan era el hombre de la luz, llevaba la luz, pero no era luz propia, era una luz reflejada. Juan es como una luna y cuando Jesús comenzó a predicar, la luz de Juan comenzó a disminuir y a apagarse». Voz no Palabra, luz, pero no propia.

(…) La Iglesia existe para proclamar, para ser voz de una Palabra, de su esposo, que es la Palabra. Y la Iglesia existe para proclamar esta Palabra hasta el martirio. Martirio precisamente en las manos de los soberbios, de los más soberbios de la Tierra.

Juan podía hacerse importante, podía decir algo por sí mismo, solo esto: indicaba, se sentía voz, no Palabra. El secreto de Juan. ¿Por qué Juan es santo y no ha pecado? Porque jamás, tomó una verdad como propia. No quiso hacerse ideólogo. El hombre que se negó a sí mismo, para que la Palabra descienda.

Y nosotros, como Iglesia, podemos pedir hoy la gracia de no convertirnos en una Iglesia ideologizada. La Iglesia debe escuchar la Palabra de Jesús y hacerse voz, proclamarla con coraje. Aquella es la Iglesia sin ideologías, sin vida propia: la Iglesia que es el «mysterium lunae», que tiene la luz de su Esposo y debe disminuir, para que Él crezca.

Este es el modelo que Juan nos ofrece hoy, para nosotros y para la Iglesia. Una Iglesia que esté siempre al servicio de la Palabra. Una Iglesia que jamás tome nada para sí misma.

Completas
Visperas
Laudes

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 332 de 365

Ezequiel 29 – 30
Eclesiástico 33, 1-15
3 Juan

22-12-2020

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Martes, 22 de Diciembre, 2020_

_»Ven Espíritu Santo, inspírame, porque quiero alabarte. Abre mi corazón y elévalo en tu presencia, para que te adore con sinceridad y gozo._
_Tú eres Dios, infinito, sin límites, sin confines. Te adoro._
_Tú eres simple, único, sin mezcla de oscuridad, ni manchas, ni mentiras. Te adoro._
_Tú estás en todas partes, penetrándolo todo, llenándolo todo con tu presencia. Te adoro._
_Tú eres belleza pura, y bañas con tu luz todo lo que tocas. Te adoro._
_Tú eres amor, amor sin egoísmo alguno, amor desinteresado, amor libre. Te adoro._
_Ven Espíritu Santo, para que pueda adorarte cada día, para que no me mire permanentemente a mí mismo y sea capaz de reconocer tu claridad hermosísima, tu perfección incomparable, tu esplendor, tu gracia, tu maravilla, tu encanto eterno._
_Ven Espíritu Santo._
_Amén.»_

Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Lucas 1, 46-56

En aquel tiempo, dijo María: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava».

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que le temen.

Él hace sentir el poder de su brazo: dispersa a los de corazón altanero, destrona a los potentados y exalta a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide sin nada.

Acordándose de su misericordia, viene en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre».

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.

Reflexión del Evangelio

Una persona humilde llama la atención porque hace cosas, ya sea la más grande del mundo o un pequeño detalle, y no busca el crédito ni el reconocimiento, a diferencia de la mayoría de nosotros que, por lo general, proclamamos que las hicimos y casi pedimos que nos las aplaudan. Ser humilde es reconocer que yo no puedo todo y que lo que hago no es para que me aplaudan y me den premios sino que todo mi actuar es para enriquecimiento personal y de los demás. Esta actitud la podemos ver en María y eso le llamó la atención a Dios quien, mirando al mundo, no echó suertes para ver a quién le tocaba ser su madre, sino que vio y amó, pero claramente no a cualquiera. Dios tiene sus gustos también, como una vez escuché de mujeres consagradas que Cristo, se reserva las mejores para Él.

Dios eligió a María y le pidió si le podía «tejer» su cuerpo con su propia carne como se representa en algunas pinturas antiguas de Bizancio que muestran a la virgen con un hilo dando a entender que ella, como madre, le teje a Jesús su humanidad.

Pidámosle a María que nos conceda la gracia de tejer su imagen en nuestra alma, una imagen de sencillez y humildad fundadas en el evangelio, la palabra viva de Dios. Y quién mejor que ella para grabar la imagen de Jesucristo en nuestra vida para que todo el que nos vea pueda verlo a Él.

Laudes
VIsperas
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Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 331 de 365

Ezequiel 27 – 28
Eclesiástico 32, 14-24
2 Juan