30-01-2021

*Los Cinco Minutos del Espíritu Santo*

Sábado, 30 de enero, 2021

_»Ven Espíritu Santo. Hoy quiero entregarte todo, para vivir con plena libertad interior, sin aferrarme a nada, sin apegos que me esclavicen. Muchas veces me hago esclavo de tantas cosas y no soy capaz de renunciar a ellas. Así me lleno de tristezas e insatisfacciones. _
_Ven Espíritu Santo, toca mi corazón y regálame un santo desprendimiento, para que no pierda la paz cuando no logro conseguir algo, y para que no me angustie cuando algo se acaba. _
_Quiero caminar liviano, sin tanto peso en mis hombros. Quiero respirar libre, sin estar atado a tantas cosas y personas. Quítame esos apegos, Espíritu de libertad, para que pueda caminar alegre y sereno. _
_Amén.»_

Padre Luis Maldonado
*Marcos 4,26-34.*

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembre la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto, primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.» Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombre.» Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero sus discípulos les explicaba todo en privado». _Palabra del Señor._

Reflexión Papa Francisco.

Jesús compara el reino a un mercader que busca perlas finas aquí y allá o bien, a otro que busca un tesoro escondido en la tierra. O decía que era como una red que acoge a todos o como la semilla de mostaza, pequeñita, que luego llega a ser un árbol grande.

En definitiva, el reino de Dios no es un espectáculo. Precisamente el espectáculo, muchas veces, es la caricatura del reino de Dios. En cambio el reino de Dios es silencioso, crece dentro; lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad. Pero crece lentamente, silenciosamente. «¿Tú eres cristiano? Sí ¿tú crees en Jesucristo? Sí ¿Crees en los sacramentos? Sí ¿Crees que Jesús está allí y que ahora viene aquí? Sí, sí, sí…»

Y el reino de Dios está allí, escondido en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días. Porque el reino de Dios no está lejos de nosotros, está cerca. El reino de Dios es humilde, como la semilla del Evangelio de hoy: humilde; pero se hace grande por el poder del Espíritu Santo. Y a nosotros nos toca dejarlo crecer en nosotros, sin gloriarnos.