*Los Cinco Minutos del Espíritu Santo*
Martes, 27 de junio, 2023
Si alguna vez logramos quedarnos callados y serenos, dejando que el Espíritu Santo nos haga experimentar su amor, estaremos viviendo una preciosa experiencia mística. Cuando abandonamos nuestras resistencias y nos dejamos tomar por el Espíritu, él toca un centro amoroso donde el ser humano sólo puede depender, porque es una criatura; y lo más íntimo de su realidad es la dependencia, es recibir el ser y la vida, es beber de Dios. Veamos cómo expresan algunos místicos esta dependencia cuando llega a un alto grado de desarrollo:
_»¡Oh cuán dichosa es esta alma que siente siempre a Dios descansando y reposando en su seno!… Dios está allí de ordinario como si descansara en un abrazo con la esposa, en la substancia de su alma, y ella lo siente muy bien y lo goza habitualmente… Él la absorbe profundísimamente en el Espíritu Santo, enamorándola con primor y delicadeza divina»_ (San Juan de la Cruz).
_»Dios toma la voluntad, pero me parece que toma también el entendimiento, porque no discurre, sino que está ocupado sólo gozando de Dios como quien está mirando, y ve tanto que no sabe hacia dónde mirar»_ (Santa Teresa de Ávila).
_»Se llega a trascender y traspasar no sólo este mundo sensible, sino también a sí mismo… Es necesario que se dejen todas las operaciones intelectuales, y que la punta del afecto se traslade toda a Dios y todo se transforme en Dios. Y ésta es la experiencia mística y secretísima, que nadie la conoce sino quien la recibe, y nadie la recibe sino quien la desea, y nadie la desea si el Espíritu Santo no lo inflama hasta la médula»_ (San Buenaventura).