30-10-2020

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Viernes, 30 de octubre, 2020_

El Espíritu Santo nos regala su paz. Pero la paz debe ser buscada de nuevo cada día, porque permanentemente hay cosas que vuelven a perturbarnos: el orgullo herido por una palabra que nos dijeron, el temor de que suceda algo desagradable, una cosa que no nos salió bien, el dolor de haber dicho algo que no debíamos decir, el deseo de algo que no podemos conseguir, etc. Todo eso nos va quitando la paz.

Por eso, no hay que dejar pasar varios días sin volver a rogarle al Espíritu Santo que nos pacifique por dentro con su caricia de amor.
También para esto se puede utilizar la imaginación:

Tomo conciencia de las cosas que me están perturbando por dentro e imagino cada una como una gota que cae y se hunde en un arroyo que la arrastra. Hasta que siento dentro de mi corazón un dulce vacío. No han quedado perturbaciones, y ahora ese hueco se llena de calor, de fuerza, de vida, de fuego que consume todo resto de preocupación: Es el fuego del Espíritu Santo que todo lo invade.
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Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

*Evangelio de Lucas 14,1-6.*

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: «¿Está permitido curar en sábado o no?» Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: «Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?». A esto no pudieron responder nada. _Palabra del Señor._

*Reflexión del Evangelio de hoy.*

Jesús estaba en la casa de uno de los jefes de los fariseos para almorzar con ellos; y le observaban para ver qué hacía. Sobre todo buscaban encontrarle un error, incluso con trampas. E irrumpe en la escena un hombre enfermo. En ese momento Jesús les dice a los fariseos: «¿Es lícito curar los sábados, o no?». La pregunta de Jesús es una pregunta sencilla pero, como todos los hipócritas, callaron, no dijeron nada.

Esta gente estaba tan apegada a la ley que había olvidado la justicia; tan apegada a la ley que había olvidado el amor. Pero no solo a la ley; estaban apegados a las palabras, a las letras de la ley. Precisamente, este modo de vivir, apegados a la ley, les alejaba del amor y de la justicia: cuidaban la ley, descuidaban la justicia; cuidaban la ley, descuidaban el amor. Sin embargo, eran los modelos.

Pero Jesús, para esta gente, encuentra solamente una palabra: Hipócritas… Para el Señor se trataba de hombres cerrados, hombres muy apegados a la ley, a la letra de la ley: no a la ley, porque la ley es amor. Eran hombres que siempre cerraban las puertas de la esperanza, del amor, de la salvación; hombres que solamente sabían cerrar.

A este punto hay que preguntarse: ¿cuál es el camino para ser fieles a la ley sin descuidar la justicia, sin descuidar el amor?. La respuesta es precisamente el camino que viene de lo opuesto… Es precisamente el camino contrario: del amor a la integridad, del amor al discernimiento, del amor a la ley.

Precisamente este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente opuesto al camino de los doctores de la ley. Y este camino, del amor a la justicia, lleva a Dios. Solo el camino que va del amor al conocimiento y al discernimiento, a la realización plena, lleva a la santidad, a la salvación, al encuentro con Jesús.

Coronilla de la Divina Misericordia
El Angelus
Laudes
Visperas
Completas

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 278 de 365

Isaías 47–48
Eclesiástico 3,16-31
Hebreos 5