
*Los cinco minutos del Espíritu Santo*
Lunes, 9 de noviembre, 2020
El don de la ciencia se distingue del don de entendimiento. Porque el entendimiento tiene que ver con las cosas celestiales, y el don de ciencia está más relacionado con las cosas de este mundo. Significa que podemos mirar este mundo con ojos espirituales, con una mirada transformada por el Espíritu Santo. Entonces, podemos descubrir la belleza más perfecta que el Espíritu Santo ha derramado en las cosas. De esa manera, no nos apegamos a cosas de este mundo ni nos dejamos esclavizar por ellas, porque todas ellas nos llevan a Dios.
Con este don, San Francisco de Asís podía alegrarse en cada criatura sin perder por ello su entrega total a Dios.
Tratemos de ejercitar este don, intentando contemplar este mundo con otra mirada, renunciando a la posesividad, a las obsesiones, y dejando que las criaturas nos hablen de Dios.
✨️✨
Padre Luis Maldonado
Evangelio de Juan 2,13-22.
En aquel tiempo, Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio». Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar». Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado». Palabra del Señor.
Reflexión del Evangelio.
Jesús hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes. El dinero, todo. Este gesto suscitó una fuerte impresión, en la gente y los discípulos. Aparece claramente como un gesto profético, tan es así que algunos de los presentes preguntaron a Jesús: «¿Qué signo nos das para obrar así?» ¿Quién eres tú para actuar así?, o sea una señal divina, prodigiosa que muestre a Jesús como enviado de Dios.
Jesús respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar». Le replicaron: «han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
No habían entendido que el Señor se refería al templo vivo de su cuerpo, que habría sido destruido con la muerte en la cruz, pero que habría resucitado al tercer día. Por esto, en tres días. «Cuando Jesús resucitó (escribe el Evangelista) sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado».
Nos preguntamos y cada uno de nosotros se puede preguntar, ¿en mi vida el Señor se siente verdaderamente a casa? ¿Lo dejamos hacer limpieza en nuestro corazón y expulsar a los ídolos, o sea aquellas actitudes de codicia, celos, mundanidad, envidia, odio, aquella costumbre de hablar mal de los otros? ¿Lo dejo hacer limpieza de todos los comportamientos contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos…?
Jesús limpiará con ternura, con misericordia, con amor. La misericordia es su manera de limpiar. Dejemos, cada uno de nosotros, dejemos que el Señor entre con su misericordia, no con el látigo, no, con su misericordia, a hacer limpieza en nuestros corazones

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 288 de 365
Jeremías 3–4
Eclesiástico 9
2 Timoteo 2