
_Domingo, 29 de noviembre, 2020_
Por un momento pidamos al Espíritu Santo que nos impulse a la alabanza, y oremos con estos preciosos Salmos:
_“Mi corazón está a punto, Dios mío. Voy a cantar y a tocar… Te alabaré entre los pueblos Señor, te cantaré entre la gente, porque tu amor es grande hasta los cielos”_ (Salmo 108,2.4-5).
_“Te ensalzaré Dios mío, mi rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre por siempre. Grande es el Señor y muy digno de alabanza, su grandeza no tiene medida»_ (Salmo 145,1-3).
_“Cantaré al Señor toda mi vida. Mientras yo exista celebraré a mi Dios. Que mi canto le sea agradable. ¡Y yo me alegraré en el Señor!”_ (Salmo 104,33-34).
_“Bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios”_ (Salmo 103,2).
*Del santo Evangelio según san Marcos: 13, 33-37*
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada.
No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta». _Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús._
*Reflexión del Evangelio*
Comenzamos un nuevo año litúrgico. En la introducción de la Eucaristía convendría dejar claro que el adviento tiene dos partes distintas. Relacionadas, pero distintas. Y no conviene hablar de la segunda parte hasta que llegue el momento porque, de lo contrario, no ayudamos a vivir el acontecimiento que celebramos en la primera parte.
La primera parte del adviento tiene una dimensión eminentemente escatológica. No está dedicada a preparar el misterio de Navidad, sino a celebrar un importante artículo del Credo, el que dice que el Señor de nuevo vendrá con gloria, al final de los tiempos, para juzgar a vivos y muertos. La primera parte del adviento no se refiere al pasado, sino al futuro; no celebra lo ya acontecido, sino lo que vendrá.
¿Qué interés tiene este artículo de la fe, que dice que el Señor vendrá para juzgar, o sea, para dejar claras todas las cosas, para poner orden en toda la realidad? Mucho. Según lo que esperamos y a quien esperamos, así vivimos. Quien espera, aún en medio de muchos dolores, la curación de una enfermedad, vive con mucha más alegría que quien, sin sufrir tanto, sabe que con su enfermedad tiene los días contados. Quien espera la pronta liberación, aún en medio de sufrimientos e incomodidades, vive con más alegría que quien sólo espera la muerte. Nosotros esperamos “vuelta” del Señor, o sea, esperamos encontrarnos con él al final de nuestra vida.
En este sentido es importante que hoy se proclame el prefacio tercero de la liturgia del adviento, ese que dice que “Cristo, Señor y Juez de la historia, aparecerá un día revestido de poder y de gloria sobre las nubes del cielo”. Y en ese día glorioso “nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva”.

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 308 de 365
Jeremías 46–47
Eclesiástico 20,18-31
Juan 9,1-23