
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Sábado, 3 de octubre, 2020
«Espíritu Santo, hay aspectos de mi vida que no están sanados, hay partes de mi ser que no están bien. Hay sectores de mi existencia donde no te he dejado entrar.
Por eso mis alegrías siempre tienen manchas.
Por eso siempre están dando vueltas las sombras de la tristeza y de la confusión.
Ven Espíritu Santo. Hoy quisiera mostrarte todo, sin pretender ocultarte nada. Quisiera que dialogáramos sobre las sombras que llevo dentro. Ven Espíritu Santo, porque quiero descubrir ante tu mirada mis más profundas rebeldías, esas cosas que no acepto de la vida.
Quiero sacar afuera, con total sinceridad, esos reclamos y protestas que no me atrevo a expresar, pero que siempre merodean en mi interior revuelto.
Apaga mis enojos, aplaca mis quejas más escondidas, serena todo ese mundo inquieto que llevo dentro, cura todo rencor, todo mal recuerdo, toda desilusión. Nada de todo eso vale la pena. Son interferencias en el camino de la felicidad.
Por eso, ven Espíritu Santo, tú que puedes liberarme, ven.
Amén.»
✨✨
Padre Luis Maldonado
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.
Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.
En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: “¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Palabra del Señor.
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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es un verdadero don el estar con Cristo porque nos llena de un poder inexplicable que nos ayuda a combatir contra las fuerzas del enemigo. Me gusta ver cómo los discípulos regresan con Jesús y le cuentan cómo estuvo su día, es una conversación entre amigos que quieren agradecer el buen día que tuvieron gracias a su amigo, o como un padre escucha con amor todas las cosas que han hecho sus hijos pequeños y piensa «mayores cosas han de ver».
En nuestra vida nos podemos encontrar con que hemos sido capaces de grandes cosas y, de hecho, la gente lo nota y nos sentimos bien al respecto. El hacer grandes cosas que ayuden a los demás nos engrandece. Pero hay un pequeño detalle que puede pasar desapercibido: para algunos la amistad es lo más importante y, gracias a este vínculo, pueden hacer las cosas que les gustaron; en el caso de otros es el hecho de que tenemos un Padre que nos ama y nos permite crecer y hacer cosas nuevas lo cual nos debería alegrar más que otra cosa. Así es el sentimiento de quien es parte de los amigos de Jesús, tendrá su nombre escrito en el cielo para la vida eterna.
La lección más grande se convierte en mantener esta relación con Dios que si no ha dado los resultados de los discípulos, los dará a su tiempo, sólo tenemos que tener fe y esperar, mientras tanto, nos quedamos con el sólo hecho de ser amigos de Jesús, algo que reyes y profetas quisieron pero no les fue otorgado.
«Tener esta sabiduría de la concreción. Porque el diablo quiere que vivamos en la tibieza, tibios, en el gris: ni bueno ni malo, ni blanco ni negro: gris. Una vida que no complace al Señor. Al Señor no le gustan los tibios. Concreción. No para ser mentirosos. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos: nos perdona cuando somos concretos. La vida espiritual es tan simple, tan sencilla; pero nosotros la complicamos con estos matices, y al final nunca llegamos… Pidamos al Señor la gracia de la sencillez y que nos dé esta gracia que da a la gente sencilla, a los niños, a los jóvenes que dicen lo que sienten, que no ocultan lo que sienten. Incluso si es algo equivocado, pero lo dicen. También con Él, decir las cosas: transparencia. Y no vivir una vida que no es ni una cosa ni la otra. La gracia de la libertad para decir estas cosas y también la gracia de conocer bien quiénes somos ante Dios.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de abril de 2020, en santa Marta).

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 251 de 365
Job 18–20
Sabiduría 8,11-21
Lucas 21