06-10-2020

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Los cinco minutos del Espíritu Santo

Martes, 6 de octubre, 2020

Uno de los símbolos del Espíritu Santo es la unción con aceite.

En el Antiguo Testamento los reyes eran ungidos, para que supieran gobernar y para que tuvieran la fuerza necesaria para poder cumplir con su misión. Se creía que, junto con el aceite que se derramaba, descendía el Espíritu divino (1 Samuel 9; Sal 2,6). También los sacerdotes eran ungidos en su consagración (Éxodo 28,41; 29,7), y a veces los profetas (1 Reyes 19,15-16).

Jesús mismo, cuando inicia su misión pública, aplica a esa misión el anuncio de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres» (Lucas 4,18).

Esta unción no significa sólo que somos elegidos, sino que somos capacitados para cumplir la misión que Dios nos da en esta vida. Por eso, también en el Bautismo y en la Confirmación nosotros somos ungidos.

Esta unción con aceite es un símbolo de esa consagración que nos capacita, porque en la antigüedad se utilizaba el aceite para frotar a los atletas y fortalecerlos de manera que pudieran correr y llegar a la meta con éxito. Pero para cumplir otras funciones, como el gobierno, el sacerdocio o la profecía, no basta la fuerza, sino también la sabiduría. Por eso, esta unción con el aceite pasó a simbolizar también al Espíritu Santo que se derrama para darnos esa sabiduría. A los cristianos que han recibido el Espíritu Santo se les dice: «Ustedes conserven la unción que recibieron de él, y no tendrán necesidad de que nadie les enseñe» (1 Juan 2,27).

Imaginemos al Espíritu Santo, que se derrama sobre nosotros como un aceite perfumado, y démosle gracias por la fuerza y la sabiduría que él nos regala muchas veces, cuando más lo necesitamos.
✨️✨

Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio de Lucas 10,38,42.

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada». Palabra del Señor.

————————
Reflexión

El evangelista Lucas escribe acerca de Jesús que, camino a Jerusalén, ingresa a un pueblo y es recibido en la casa de dos hermanas: Marta y María. Ambas dan la bienvenida al Señor, pero lo hacen de diferentes maneras. María se sienta a los pies de Jesús y escucha sus palabras, mientras que Marta está completamente atrapada en la preparación de las cosas; en cierto momento ella le dice a Jesús:

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado para servir sola? Dile que me ayude».

Jesús le responde: «Marta, Marta, estás ansiosa y preocupada por muchas cosas; Una cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».

Al apresurarse y ocuparse, Marta corre el riesgo de olvidar, y este es el problema, lo más importante, que es la presencia del invitado, Jesús en este caso. Ella se olvida de la presencia del invitado.

Un huésped no es simplemente para ser servido, alimentado, cuidado en todos los sentidos. Lo más importante es que debería ser escuchado. Recuerda esta palabra: «Escucha».

Un invitado debe ser bienvenido como persona, con una historia, su corazón lleno de sentimientos y pensamientos, para que realmente pueda sentir que está entre la familia. Si le da la bienvenida a un invitado a su casa pero continúa haciendo otras cosas, dejando que se siente allí, ambos en silencio, es como si fuera de piedra: un invitado de piedra. No. Un invitado debe ser escuchado.

Por supuesto, al observar la respuesta de Jesús a Marta, cuando le dice que solo hay una cosa que debe hacerse, encuentra su significado completo en referencia a escuchar la misma palabra de Jesús, esa palabra que ilumina y apoya todo lo que somos y realizamos.

Si vamos a orar, por ejemplo, antes del Crucifijo, y hablamos, hablamos, hablamos y luego nos vamos, no escuchamos a Jesús. No permitimos que le hable a nuestro corazón. Escucha: esta es la palabra clave. ¡No lo olvide!

Y no debemos olvidar que en la casa de Marta y María, Jesús, antes de ser Señor y Maestro, es un peregrino e invitado. Por lo tanto, su respuesta tiene este significado en primer lugar: «Marta, Marta, ¿por qué te entretienes haciendo tanto por este invitado hasta el punto de olvidarte de su presencia?: Un invitado de piedra.

No se necesita mucho para darle la bienvenida a Jesús; de hecho, solo se necesita una cosa: escúchelo, esta es la palabra: escucharlos, sea fraternal con él, déjelo darse cuenta de que está entre la familia y que no en un refugio temporal.

Coronilla de la Divina Misericordia
Completas
Visperas
Laudes

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 254 de 365

Job 29–31
Sabiduría 10,13-21
Lucas 22,47-71