
*Los cinco minutos del Espíritu Santo*
_Lunes, 12 de octubre, 2020_
El Espíritu Santo limpia, purifica, destruye todo lo manchado y se lleva nuestras basuras. Por eso es agua que lava, viento que arrasa y fuego que quema:
_»Cuando lave el Señor la suciedad de las mujeres de Sión y friegue la sangre dentro de Jerusalén, con un viento justiciero, con un soplo abrasador»_ (Isaías 4,4).
Cuando nos sentimos sucios por dentro, por nuestras infidelidades, egoísmos o malas acciones, invoquemos al Espíritu Santo para que queme todo eso con su fuego y lo destruya para siempre: _»Será fuego de fundidor, jabón de lavandero»_ (Malaquías 3,2).
Ya en el Bautismo nos bañó, y vuelve a hacerlo cada vez que volvemos a él sinceramente arrepentidos:
_»Nos salvó con el baño del nuevo nacimiento y la renovación por el Espíritu Santo»_ (Tito 3,5).
Veamos cómo lo expresaba San León Magno:
_»Un pueblo que se consagra al cielo nace aquí de semilla fecunda; lo engendra el Espíritu Santo fecundando el agua. Sumérgete pecador, para limpiarte en la sagrada corriente. Viejo te recibirá el agua, pero te despedirá nuevo»._
Muchas veces, cuando hemos caminado y trabajado en un día de calor de verano, hemos disfrutado al sentirnos limpios después de un buen baño. Mucho más bella es la limpieza que realiza el Espíritu Santo si le permitimos que pase por nosotros con su agua purificadora.
✨️✨
Padre Luis Maldonado
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.
Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.
Palabra del Señor.
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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La predicación de Jonás en Nínive es como la predicación de Jesús en la tierra, tanto para los que escucharon personalmente a Jesús en su tiempo, como para ti y para mí.
¿Qué busca Jesús cuando la gente está «apiñada» alrededor de Él? Busca convertir el corazón duro, el corazón de piedra en un corazón de carne. El pecado hace de nuestro corazón uno de piedra. Que no deja entrar la gracia, que no deja entrar la empatía por los demás, que no deja entrar a Cristo mismo.
A veces pensamos que estamos convertidos y que no necesitamos más conversión, aunque, por ser seres humanos, dejamos que las máscaras, las mentiras, las etiquetas, nos aten las manos y la voluntad para obrar en Cristo. Hay que pedir al Señor la gracia de la conversión constante para seguir caminando en nuestro camino de santidad.
«La fuerza de la palabra de Dios llegó a su corazón. Y a pesar de que era una ciudad muy pecadora, sus habitantes cambiaron de vida, rezaron, hicieron ayuno. Dios vio sus obras, es decir, que se habían convertido de su conducta perversa y Dios se arrepintió del mal que había determinado hacerles y no lo hizo. Pero, entonces, ¿Dios cambió? En realidad, ellos cambiaron. De hecho, primero Dios no podía entrar en su vida porque estaba cerrada en los propios vicios, pecados; después ellos con la penitencia abrieron el corazón, abrieron la vida y el Señor pudo entrar.»
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de octubre de 2017, en santa Marta).

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 260 de 365
Isaías 3–5
Sabiduría 13,10-19
1 Timoteo 2