13-10-2020

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Martes, 13 de octubre, 2020_

El agua es un símbolo central en el cuarto Evangelio, y representa la acción del Espíritu en nosotros, que viene a cumplir las promesas proféticas de un agua purificadora y vivificadora (Ezequiel 36,25.27; 47,1-12; Zacarías 13,1; lsaías 12,3). La identificación del agua con el Espíritu es evidente en Juan 7,37-39. En Juan 19,28-35 el costado traspasado de Cristo se manifiesta como la fuente del agua viva del Espíritu. En el derramamiento del Espíritu se cumple la misión de Cristo, que ha venido a traer vida en abundancia (Juan 10,10).

El agua del Espíritu, haciendo presente en nosotros a Cristo resucitado, nos hace participar de la vida de la Trinidad (Juan 16,13-15;14,19). Así su iniciativa de amor nos hace fecundos (Juan 15,16), comunicando a los demás la vida del Resucitado. De ese modo participamos de su gloria (Juan 17,22). En el Hijo de Dios hecho carne habita la plenitud de la gracia del Espíritu Santo, y de esa plenitud recibimos nosotros (Juan 1,14.16.17).

Evidentemente, el eje unificador de todos los símbolos del Evangelio de Juan para hablar del Espíritu Santo, es la «vida». Se trata de la vida nueva que reside en la humanidad glorificada de Jesucristo, y que desborda para los que se acercan a él. Unidos a él, los creyentes participan de su fecundidad, derramando la belleza de su vida en el mundo. Jesucristo, como fuente abierta del Espíritu Santo, es manantial de vida, pan de vida, ofrece vida en abundancia.
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Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio de Lucas 11,37-41.

En aquel tiempo, Cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro? Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro». Palabra del Señor.

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Reflexión

La suciedad del corazón no se quita como se quita una mancha: vamos a la tintorería y salimos limpios… Se quita con el hacer, tomando un camino distinto, otro camino que no sea el del mal. Aprendan a hacer el bien. Es decir el camino del hacer el bien».

¿Cómo hago el bien? Es simple: «Busquen la justicia, socorran al oprimido, brinden justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda».

Recordemos que en Israel los más pobres y los más necesitados eran los huérfanos y las viudas: hagan justicia, vayan donde están las llagas de la humanidad, donde hay tanto dolor. De este modo, haciendo el bien, lavarás tu corazón.

El Señor exagera: pero es la verdad. El Señor nos da el don de su perdón. Y la promesa de un corazón lavado, es decir perdonado, viene del mismo Dios, que no lleva la cuenta de los pecados ante quien ama al prójimo».

(…) Hay quienes dicen cosas justas, pero hacen lo contrario. Todos somos astutos y siempre encontramos un camino que no es el justo, para parecer más justos de lo que somos, es el camino de la hipocresía. Estos fingen que se convierten, pero su corazón es una mentira, ¡son mentirosos! Es una mentira. Su corazón no pertenece al Señor; pertenece al padre de todas las mentiras, a satanás. Y esta es una santidad fingida.

Jesús prefería mil veces a los pecadores, antes que a los hipócritas. ¿Por qué? Los pecadores decían la verdad sobre ellos mismos. «Aléjate de mí Señor que soy un pecador», lo dijo Pedro, una vez. Pero los hipócritas nunca dicen esto

Angelus
Coronilla de la Misericordia
Completas
Visperas
Laudes

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 261 de 365

Isaías 6–8
Sabiduría 14,1-14
1 Timoteo 3