17-10-2020

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Sábado, 17 de octubre, 2020_

Dar la vida por Jesús no es una cosa de personas tristes, amargadas o resignadas. Es un gozo que no se puede imaginar, porque sólo lo entiende el que es tocado por el Espíritu Santo y llamado a la entrega total. Hoy recordamos a Ignacio de Antioquía, y en él descubrimos de qué manera nos fortalece el Espíritu Santo. Porque él no sólo nos da fuerza; también nos da gozo y pasión.

San Ignacio fue asesinado por su fe en el año 107. Cuando era llevado por los soldados, a ellos les llamaba la atención ver su rostro sereno y alegre. Ignacio explicó lo que sentía, en una de sus cartas: «Hay dentro de mí un manantial que clama y grita: _’¡Ven al Padre!’_».

La atracción de esa fuente definitiva de vida y de plenitud que es el Padre amado, compensaba infinitamente cualquier sacrificio, justificaba cualquier renuncia y merecía una entrega definitiva. El Espíritu Santo es el que coloca en nuestros corazones esa dulce atracción. Vale la pena recordar algunas frases de las preciosas cartas de Ignacio, donde se manifiesta su apasionado e inquebrantable amor:

_»Déjenme que sea pasto para las fieras, por las que podré alcanzar al Señor. Soy trigo de Dios, y quiero ser molido por esos dientes, para convertirme en un limpio pan de Cristo.»_

Es admirable este misterioso poder de la gracia, que despliega toda su belleza en quienes no oponen resistencia a su acción. La deslumbrante libertad de San Ignacio de Antioquía, capaz de entregarse feliz y extasiado, nos invita a relativizar nuestros sufrimientos y a desterrar tanta tristeza inútil, tantos lamentos innecesarios, tantas quejas infecundas. Nosotros no podemos buscar el martirio, porque es un regalo; pero podemos pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a vivir esa entrega total, viviendo con alegría y profunda fe en medio de los sufrimientos y preocupaciones que nos toque vivir cada día, para dar la vida gota a gota.
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Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio de Lucas 12,8-12.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que a aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios. Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir». Palabra del Señor.

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Reflexión.

«¿Cuál es entonces la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas y en la vida de la Iglesia para guiarnos a la verdad?».

En primer lugar, recuerda e imprime en los corazones de los creyentes las palabras que Jesús dijo, y a través de estas palabras, la ley de Dios se inscribe en nuestros corazones, se convierte en un principio de vida. Se realiza la gran profecía de Ezequiel:

«Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo, infundiré mi espíritu en ustedes y haré que signa mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes». (Ezequiel 36,25-27)

De lo profundo de nosotros mismos nacen nuestras acciones, es el corazón el que debe convertirse a Dios, y el Espíritu Santo lo transforma si nosotros nos abrimos a Él.

El Espíritu Santo, entonces, como promete Jesús, nos guía en toda la verdad, nos lleva no solo para encontrar a Jesús, la plenitud de la Verdad, sino que nos guía en la Verdad, es decir, nos hace entrar en una comunión siempre más profunda con Jesús, dándonos la inteligencia de las cosas de Dios.

Probemos preguntarnos: ¿estoy abierto al Espíritu Santo, le pido para que me ilumine, y me haga más sensible a las cosas de Dios?» Y esta es una oración que tenemos que rezar todos los días: «Espíritu Santo que mi corazón esté abierto a la Palabra de Dios, que mi corazón esté abierto al bien, que mi corazón esté abierto a la belleza de Dios, todo todos los días. Amén»

Pero me gustaría hacer una pregunta a todos ustedes: ¿Cuántos de ustedes rezan cada día al Espíritu Santo, eh?… Orar cada día al Espíritu Santo para que abra nuestros corazones a Jesús.

Laudes
Completas

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 265 de 365

Isaías 17–19
Sabiduría 16,15-29
Tito