11-10-2020

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Domingo, 11 de octubre, 2020_

Como siempre, el apasionado San Agustín expresa de una manera maravillosa el deseo de Dios, y también el deseo del Espíritu Santo. Usemos sus palabras para elevar el corazón al Espíritu Santo:

_»Ven, dulce Consolador de los que están desolados, refugio en los peligros y protector en la miseria._
_Ven, tú que lavas nuestras manchas y curas nuestras llagas._
_Ven, fuerza del débil, apoyo del que cae._
_Ven, doctor de los humildes y vencedor de los orgullosos._
_Ven, padre de los huérfanos, esperanza de los pobres, tesoro de los que sufren la indigencia._
_Ven, estrella de los navegantes, puerto seguro de los náufragos._
_Ven, fuerza de los vivientes y salud de los moribundos._
_Ven Espíritu Santo, ten piedad de mí._
_Hazme sencillo, dócil y fiel._
_Compadécete de mi debilidad con tanta bondad que mi pequeñez se encuentre ante la multitud de tus misericordias._
_Ven Espíritu Santo._
_Amén.»_
✨✨

Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

*Evangelio de Mateo 22,1-14.*

En aquel tiempo, Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas: Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo, por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero estos no quisieron venir. De nuevo envió a otros servidores, con orden de decir a los invitados: He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda. Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron. El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos e incendiaron su ciudad. Después dijo a sus servidores: El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren. Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados. Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vio un hombre que no se había puesto el traje de fiesta. Le dijo: Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas? El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a sus servidores: Atenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes. Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos.». _Palabra del Señor._

—————————
*Reflexión del Papa Francisco.*

La parábola que hemos escuchado nos habla del Reino de Dios como un banquete de bodas (Cf. Mt. 22,1-14). El protagonista es el hijo del rey, el esposo, en el que resulta fácil entrever a Jesús. En la parábola no se menciona nunca a la esposa, pero sí se habla de muchos invitados, queridos y esperados: son ellos los que llevan el vestido nupcial. Esos invitados somos nosotros, todos nosotros, porque el Señor desea celebrar las bodas con cada uno de nosotros. Las bodas inauguran la comunión de toda la vida: esto es lo que Dios desea realizar con cada uno de nosotros.

(…) El Señor nos desea, nos busca y nos invita, y no se conforma con que cumplamos bien los deberes u observemos sus leyes, sino que quiere que tengamos con él una verdadera comunión de vida, una relación basada en el diálogo, la confianza y el perdón.

Esta es la vida cristiana, una historia de amor con Dios, donde el Señor toma la iniciativa gratuitamente y donde ninguno de nosotros puede vanagloriarse de tener la invitación en exclusiva; ninguno es un privilegiado con respecto de los demás, pero cada uno es un privilegiado ante Dios. De este amor gratuito, tierno y privilegiado nace y renace siempre la vida cristiana.

Preguntémonos si, al menos una vez al día, manifestamos al Señor nuestro amor por él; si nos acordamos de decirle cada día, entre tantas palabras: «Te amo Señor. Tú eres mi vida». Porque, si se pierde el amor, la vida cristiana se vuelve estéril, se convierte en un cuerpo sin alma, una moral imposible, un conjunto de principios y leyes que hay que mantener sin saber por qué. En cambio, el Dios de la vida aguarda una respuesta de vida, el Señor del amor espera una respuesta de amor.

(…) Pero el Evangelio nos pone en guardia: la invitación puede ser rechazada. Muchos invitados respondieron que no, porque estaban sometidos a sus propios intereses: «Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios», dice el texto (Mt, 22,5)…

(…) Las lecturas de hoy, subrayan un último aspecto: el vestido de los invitados, que es indispensable. En efecto, no basta con responder una vez a la invitación, decir SÍ y ya está, sino que se necesita vestir un hábito, se necesita el hábito de vivir el amor cada día. Porque no se puede decir «Señor, Señor» y no vivir y poner en práctica la voluntad de Dios (cf. Mt 7,21). Tenemos necesidad de revestirnos cada día de su amor, de renovar cada día la elección de Dios.

Visperas
Laudes
Completas

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Día 259 de 365

Isaías 1–2
Sabiduría 13,1-9
1 Timoteo 1

Momento preciso, de la beatificación de Carlo Acutis.

10-10-2020

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Los cinco minutos del Espíritu Santo

Sábado, 10 de octubre, 2020

El Espíritu Santo nos hace nacer y nos hace renacer. Nos hizo nacer en el Bautismo, pero eso es sólo un germen, una semilla que se tiene que desarrollar permanentemente. El Espíritu Santo es el que realiza ese permanente renacimiento.

Jesús le dijo a Nicodemo: «Te aseguro que si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios… No te extrañes si te he dicho que hay que nacer de nuevo» (Juan 3,5.7).

Pero descubrimos que ese nacimiento tiene que ser permanente porque en Juan 3,18 y en 1 Juan 3,9;5,18 advertimos que allí se habla de los que han renacido de un modo pleno, y ya no pecan, porque han nacido perfectamente de Dios.

Por lo tanto, el Espíritu Santo nos ha hecho renacer en el Bautismo, pero quiere hacernos renacer cada día hasta que seamos plenamente renovados y transformados.

Vivamos cada día de esa manera, como una nueva oportunidad para nacer de nuevo, para seguir renaciendo a una vida más bella y más buena. Invoquemos al Espíritu Santo para que nos haga renacer cada día más, porque sólo con su poder es posible morir cada día al hombre viejo y dejar nacer el hombre nuevo.

No podemos contentarnos con la vida recibida en el Bautismo, que es como un germen, sino a permitir su desarrollo hasta alcanzar una plenitud de vida tal, que el pecado ya no pueda tener poder alguno sobre la propia existencia.
✨🕊️✨

Evangelio del Día
Coronilla de la Misericordia
Laudes
Completas
Visperas

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Día 258 de 365

Job 40–42
Sabiduría 12,12-27
Lucas 24,28-53

09-10-2020

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Viernes, 9 de octubre, 2020_

Cuando fuimos formados en el seno de nuestra madre, el Espíritu Santo colocó en nosotros muchas capacidades, que ni siquiera imaginamos. La mayoría de las personas muere sin haber desarrollado una mínima parte de todas esas capacidades que el Espíritu Santo les regaló. Porque son como semillas de cosas buenas que necesitan nuestra decisión y nuestra cooperación para desarrollarse.

Es una pena que tantas cosas bellas queden atrofiadas y escondidas, porque servirían para mejorar el mundo a nuestro alrededor.

Invoquemos al Espíritu Santo, para que podamos explotar toda esa potencia de vida, de luz y de bien que llevamos dentro; para que no nos despreciemos a nosotros mismos ni pensemos que tenemos poco para dar.

No vamos a ser más fuertes si nos guardamos todo eso. Al contrario, porque las cosas más hermosas que llevamos dentro sólo se desarrollan si las ejercitamos y las compartimos. Entonces, seremos más débiles y más pobres si las dejamos escondidas y no las ofrecemos al mundo.

Demos gracias al Espíritu Santo, que nos ha llenado de riqueza interior, y pidámosle que nos fecunde con su gracia para que desarrollemos todo lo que ha puesto en nosotros.
✨🕊️✨

Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 11, 15-26

En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: “Éste expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.

Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes”.
Palabra del Señor.

—————————
Reflexión del Evangelio
El Reino de Dios ha llegado a vosotros
El camino de seguir a Jesús no es un camino fácil. Encontramos obstáculos interiores y exteriores que buscan apartarnos de Jesús. El gran obstáculo exterior, según el evangelio de hoy, es el demonio, cuya misión principal es seducirnos, apartarnos de Jesús y obligarnos a caminar por el camino que él nos traza. El demonio es insistente, no se cansa en querer adueñarse de nuestra casa, de nuestro corazón, una y mil veces. Y aunque le hayamos expulsado de nuestro corazón no deja de insistir: “Volveré a la casa de donde salí”, y, si le dejamos, entrará.

Una de las tareas de Jesús es expulsar al demonio de los que están poseídos por él. Busca convencernos de que su camino es mucho mejor que el que nos ofrece el demonio para vivir nuestra vida con alegría, sentido y esperanza. Es el camino del Reino de Dios. “Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros”. Jesús nos pide que dejemos que Dios, nuestro Padre, el que es el Amor, sea nuestro Rey, el que rija y dirija todos nuestros pasos por su propio camino, que es el camino del amor.

Coronilla de la Divina Misericordia
Laudes
Visperas
Completas

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Día 257 de 365

Job 38–39
Sabiduría 12,1-11
Lucas 24,1-27

08-10-2020

Los cinco minutos del Espíritu Santo

Jueves, 8 de octubre, 2020

Dentro de nosotros hay mucha energía que desperdiciamos en los miedos, las tristezas, la envidia, y tantas otras sensaciones inútiles. Pero esa energía despertada por las malas sensaciones puede ser utilizada positivamente, porque el Espíritu Santo puede sanarla y convertirla en algo positivo, si aceptamos dar el paso que él nos propone.

El miedo al futuro, por ejemplo, debe convertirse en un desafío que nos estimule a prepararnos con entusiasmo para enfrentarlo. Es precioso ver cómo esa energía del miedo se convierte en esperanza y decisión.

La tristeza puede convertirse en una actitud de profunda reflexión que nos permita descubrir los grandes valores de la vida, en lugar de buscar entretenimientos que sólo nos distraen.

La energía que se despierta en la envidia también puede convertirse en algo positivo: en la capacidad de dejarse movilizar por esa persona que envidiamos, y comenzar a tomar a esa persona como un estímulo para sacar lo mejor de nosotros mismos, pero a nuestro modo y con nuestra propia misión, sin pretender copiar lo que el otro hace.

Dejemos entrar al Espíritu Santo en esa energía interior que estamos utilizando mal, para que él nos enseñe a usarla bien, para convertirla en una fuerza positiva de vida y de crecimiento.
✨✨

Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio de Lucas 11,5-13.

En aquel tiempo, Jesús agregó: «Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: «Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle», y desde adentro él le responde: «No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos». Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay algún padre entre ustedes que dé a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!». Palabra del Señor.

Reflexión del Papa Francisco.

No sé si quizás esto suena mal, pero, la oración, rezar es un poco molestar a Dios para que nos escuche. Pero, el Señor lo dice: como el amigo a medianoche, como la viuda al juez. Es atraer los ojos, atraer el corazón de Dios hacia nosotros»… Y esto lo han hecho aquellos leprosos que una vez se le acercaron: «Si quieres, puedes sanarnos». Lo han hecho con una cierta seguridad. Así, Jesús nos enseña a rezar.

Cuando nosotros rezamos, a veces pensamos: «Pero, si, yo digo esta es mi necesidad, le digo al Señor una, dos, tres veces, pero no con tanta fuerza. Después me canso de pedirlo y me olvido de pedirlo». Estos gritaban y no se cansaban de gritar. Jesús nos dice: «Pidan», pero también nos dice: «Llamen a la puerta», y quien llama a la puerta hace ruido, disturba, da fastidio».

Insistencia hasta el límite del fastidio. Pero también una inquebrantable certidumbre. Los ciegos del Evangelio son aún un ejemplo. Se sienten seguros de pedir al Señor la salud, porque a la pregunta de Jesús si creen que Él pueda curarlos, ellos responden: «Sí, Señor, creemos, estamos seguros»

La oración tiene estas dos actitudes: es necesaria y es segura. Oración necesaria siempre: la oración, cuando nosotros pedimos alguna cosa, es necesaria: «Tengo esta necesidad, escúchame, Señor». Pero también, cuando es verdadera, es segura: «¡Escúchame! Yo creo que tú puedes hacerlo porque tú lo has prometido»

[…] Pensemos si nuestra oración es necesaria y es segura: necesaria, porque decimos la verdad a nosotros mismos, y segura, porque creemos que el Señor puede hacer aquello que le pedimos.

Coronilla de la Divina Misericordia
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Visperas
Laudes

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Día 256 de 365

Job 35–37
Sabiduría 11,15-26
Lucas 23,26-56

07-10-2020

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Los cinco minutos del Espíritu Santo

Miércoles, 7 de octubre, 2020

«Espíritu Santo,
fuente de la paz verdadera, ven.
Pacifica mis miedos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis ansiedades.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis obsesiones.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis remordimientos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis malos recuerdos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis insatisfacciones.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis rencores.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis tristezas.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis nerviosismos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica toda mi vida.
Ven Espíritu Santo.
Amén.»
✨🙏🏼✨

Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Es una de las mayores ganancias de la revelación contemplar el hecho de que Dios es nuestro padre. Primero es mi padre, qué maravilla el poder llamar a Dios padre, no solo como un decir, sino que de verdad lo es. Cuan grande orgullo el poder ser hijo de tal padre. Parte de este ser hijo es la fraternidad porque el ser hijo de Dios significa ser hermano. No podemos vivir solos ni siquiera pensando que Dios es la única persona que importa en nuestra vida. Existen mis hermanos también, con sus cualidades y defectos, no puedo vivir deseando ser hijo único, que no existan los demás. Esta tarea de ser hermano nos enseña a compartir, poner los propios talentos al servicio de otros, saber acompañar, rezar juntos, etc. Aunque al inicio nos cueste es una tarea hermosa.

Cristo nos invita a rezar sin hacer mucho ruido; nos equivocamos si creemos que mientras más fuerte sea nuestra voz Él nos escuchará y hará caso a lo que queramos. No necesitamos palabras o frases elaboradas para impresionarlo, sino que, como hijos, Él es capaz de reconocer nuestra voz en medio de gritos y una multitud. La palabra «padre» pronunciada por un hijo es el mayor grito del corazón al cual Dios nunca sería indiferente.

Laudes
Visperas
Completas

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Día 255 de 365

Job 32–34
Sabiduría 11,1-14
Lucas 23,1-25

06-10-2020

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Los cinco minutos del Espíritu Santo

Martes, 6 de octubre, 2020

Uno de los símbolos del Espíritu Santo es la unción con aceite.

En el Antiguo Testamento los reyes eran ungidos, para que supieran gobernar y para que tuvieran la fuerza necesaria para poder cumplir con su misión. Se creía que, junto con el aceite que se derramaba, descendía el Espíritu divino (1 Samuel 9; Sal 2,6). También los sacerdotes eran ungidos en su consagración (Éxodo 28,41; 29,7), y a veces los profetas (1 Reyes 19,15-16).

Jesús mismo, cuando inicia su misión pública, aplica a esa misión el anuncio de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres» (Lucas 4,18).

Esta unción no significa sólo que somos elegidos, sino que somos capacitados para cumplir la misión que Dios nos da en esta vida. Por eso, también en el Bautismo y en la Confirmación nosotros somos ungidos.

Esta unción con aceite es un símbolo de esa consagración que nos capacita, porque en la antigüedad se utilizaba el aceite para frotar a los atletas y fortalecerlos de manera que pudieran correr y llegar a la meta con éxito. Pero para cumplir otras funciones, como el gobierno, el sacerdocio o la profecía, no basta la fuerza, sino también la sabiduría. Por eso, esta unción con el aceite pasó a simbolizar también al Espíritu Santo que se derrama para darnos esa sabiduría. A los cristianos que han recibido el Espíritu Santo se les dice: «Ustedes conserven la unción que recibieron de él, y no tendrán necesidad de que nadie les enseñe» (1 Juan 2,27).

Imaginemos al Espíritu Santo, que se derrama sobre nosotros como un aceite perfumado, y démosle gracias por la fuerza y la sabiduría que él nos regala muchas veces, cuando más lo necesitamos.
✨️✨

Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio de Lucas 10,38,42.

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada». Palabra del Señor.

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Reflexión

El evangelista Lucas escribe acerca de Jesús que, camino a Jerusalén, ingresa a un pueblo y es recibido en la casa de dos hermanas: Marta y María. Ambas dan la bienvenida al Señor, pero lo hacen de diferentes maneras. María se sienta a los pies de Jesús y escucha sus palabras, mientras que Marta está completamente atrapada en la preparación de las cosas; en cierto momento ella le dice a Jesús:

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado para servir sola? Dile que me ayude».

Jesús le responde: «Marta, Marta, estás ansiosa y preocupada por muchas cosas; Una cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».

Al apresurarse y ocuparse, Marta corre el riesgo de olvidar, y este es el problema, lo más importante, que es la presencia del invitado, Jesús en este caso. Ella se olvida de la presencia del invitado.

Un huésped no es simplemente para ser servido, alimentado, cuidado en todos los sentidos. Lo más importante es que debería ser escuchado. Recuerda esta palabra: «Escucha».

Un invitado debe ser bienvenido como persona, con una historia, su corazón lleno de sentimientos y pensamientos, para que realmente pueda sentir que está entre la familia. Si le da la bienvenida a un invitado a su casa pero continúa haciendo otras cosas, dejando que se siente allí, ambos en silencio, es como si fuera de piedra: un invitado de piedra. No. Un invitado debe ser escuchado.

Por supuesto, al observar la respuesta de Jesús a Marta, cuando le dice que solo hay una cosa que debe hacerse, encuentra su significado completo en referencia a escuchar la misma palabra de Jesús, esa palabra que ilumina y apoya todo lo que somos y realizamos.

Si vamos a orar, por ejemplo, antes del Crucifijo, y hablamos, hablamos, hablamos y luego nos vamos, no escuchamos a Jesús. No permitimos que le hable a nuestro corazón. Escucha: esta es la palabra clave. ¡No lo olvide!

Y no debemos olvidar que en la casa de Marta y María, Jesús, antes de ser Señor y Maestro, es un peregrino e invitado. Por lo tanto, su respuesta tiene este significado en primer lugar: «Marta, Marta, ¿por qué te entretienes haciendo tanto por este invitado hasta el punto de olvidarte de su presencia?: Un invitado de piedra.

No se necesita mucho para darle la bienvenida a Jesús; de hecho, solo se necesita una cosa: escúchelo, esta es la palabra: escucharlos, sea fraternal con él, déjelo darse cuenta de que está entre la familia y que no en un refugio temporal.

Coronilla de la Divina Misericordia
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Día 254 de 365

Job 29–31
Sabiduría 10,13-21
Lucas 22,47-71

05-10-2020

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Lunes, 5 de octubre, 2020_

_»Ven Espíritu Santo, devuélveme la sonrisa._
_Los años me han ido quitando la alegría interior, el gusto de encontrarme con la gente, el entusiasmo ante las cosas nuevas. Necesito que vuelva a brotar espontáneamente la sonrisa._
_Esa sonrisa sincera, no fingida, que expresa el gusto de vivir y de convivir. Esa sonrisa que manifiesta la esperanza interior, verdadera, real._
_Ven Espíritu Santo, para que vuelva a nacer mi sonrisa. Esa sonrisa de los que creen en la vida y en el amor. La sonrisa de los que se dejan querer por Dios, porque saben que ese amor es sano, es bueno, es auténtico y feliz; porque saben que ese amor nunca nos falta, nunca nos abandona._
_Ven Espíritu Santo, y en este preciso momento aplaca mi negatividad, sana mi tristeza, ayúdame a relativizar todo lo que me inquieta. Muéstrame que la vida vale la pena, que es posible comenzar algo bello. Para que en este preciso momento, pueda regalarte una sonrisa._
_Amén.»_
✨✨

Evangelio del Día
Coronilla de la Divina Misericordia
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Día 253 de 365

Job 25–28
Sabiduría 10,1-12
Lucas 22,24-46

04-10-2020

La imagen puede contener: texto que dice "M Oración Diaria 04/10/20 facebook.com/oraciondiaria/ Amado Dios, Padre misericordioso, me acerco hasta Ti en este domingo, día de descanso y recogimiento, para darte gracias por tu amor infinito y por cada una de tus maravillosas bendiciones. Te pido que seas Tú colmándonos de salud, de esperanza, de sabiduría y de fortaleza. Que nunca cese tu ayuda y tu consuelo y por favor protégenos en toda circunstancia, libéranos de las preocupaciones y acompáñanos con tu amor incondicional en cada uno de nuestros actos. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén N G"

*Los cinco minutos del Espíritu Santo*

_Domingo, 4 de octubre, 2020_

Digamos una vez más que los santos son una alabanza al Espíritu Santo, porque nadie puede ser santo sin la gracia del Espíritu. Él, con su gracia, nos hace parecidos a Jesús. Eso está muy claro en San Francisco de Asís, a quien recordamos hoy.

El pobre de Asís es uno de los santos que mejor reflejan la pobreza, la alegría y el amor fraterno de Jesús. Pero la hermosura de su corazón podría expresarse sintéticamente como apertura. Todo lo existente era objeto de su amor, de su admiración o de su compasión fraterna, y por eso le cantaba a Dios por la «hermana luna», el «hermano fuego», la «hermana hierba». Así vemos cómo el Espíritu Santo no nos encierra en nosotros mismos, sino que nos pone en comunión fraterna con la realidad.

Su corazón pacificado no se resistía ni se llenaba de tensiones ante las contrariedades de la vida o de la naturaleza, sino que reaccionaba con un espíritu de feliz aceptación. Eso lo convertía en un modelo de permanente alegría.

Su mirada de amor cautivaba y exhortaba a vivir de otra manera. No necesitaba insistir ni presionar a los demás para obtener una respuesta generosa. Servía con sencillez el banquete del Evangelio que atrae por sí mismo, por su propia hermosura. Movido por el Espíritu Santo, Francisco salía permanentemente de sí mismo para adorar, para reconocer la belleza de las cosas, para servir con humildad a quien lo necesitara, para perdonar a quien lo ofendía. Su pequeña existencia, por estar completamente apoyada en el «altísimo y buen Señor», era una inestimable combinación de ternura y de vigor.

Su mensaje y la belleza de su testimonio provocaban conversión y reconciliación fraterna por donde pasaba. El beso que dio a un leproso refleja su capacidad de mirar a los demás con la mirada de Dios. Y el Espíritu Santo lo identificó tanto con Cristo, que le regaló las llagas que recibió en las manos, en el maravilloso encuentro con Jesús que vivió en el monte Alvernia. Es bello dejarse transformar por el Espíritu Santo de esa manera, porque mientras más nos parecemos a Jesús, más alegría podemos experimentar en la vida. Invoquemos al Espíritu Santo para que podamos vivir esa transformación.
✨️✨

Evangelio del Día
Laudes
Visperas
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Día 252 de 365

Job 21–24
Sabiduría 9
Lucas 22,1-23

03-10-2020

Los cinco minutos del Espíritu Santo

Sábado, 3 de octubre, 2020

«Espíritu Santo, hay aspectos de mi vida que no están sanados, hay partes de mi ser que no están bien. Hay sectores de mi existencia donde no te he dejado entrar.
Por eso mis alegrías siempre tienen manchas.
Por eso siempre están dando vueltas las sombras de la tristeza y de la confusión.
Ven Espíritu Santo. Hoy quisiera mostrarte todo, sin pretender ocultarte nada. Quisiera que dialogáramos sobre las sombras que llevo dentro. Ven Espíritu Santo, porque quiero descubrir ante tu mirada mis más profundas rebeldías, esas cosas que no acepto de la vida.
Quiero sacar afuera, con total sinceridad, esos reclamos y protestas que no me atrevo a expresar, pero que siempre merodean en mi interior revuelto.
Apaga mis enojos, aplaca mis quejas más escondidas, serena todo ese mundo inquieto que llevo dentro, cura todo rencor, todo mal recuerdo, toda desilusión. Nada de todo eso vale la pena. Son interferencias en el camino de la felicidad.
Por eso, ven Espíritu Santo, tú que puedes liberarme, ven.
Amén.»
✨✨

Padre Luis Maldonado

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.

Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.

En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: “¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Palabra del Señor.

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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Es un verdadero don el estar con Cristo porque nos llena de un poder inexplicable que nos ayuda a combatir contra las fuerzas del enemigo. Me gusta ver cómo los discípulos regresan con Jesús y le cuentan cómo estuvo su día, es una conversación entre amigos que quieren agradecer el buen día que tuvieron gracias a su amigo, o como un padre escucha con amor todas las cosas que han hecho sus hijos pequeños y piensa «mayores cosas han de ver».

En nuestra vida nos podemos encontrar con que hemos sido capaces de grandes cosas y, de hecho, la gente lo nota y nos sentimos bien al respecto. El hacer grandes cosas que ayuden a los demás nos engrandece. Pero hay un pequeño detalle que puede pasar desapercibido: para algunos la amistad es lo más importante y, gracias a este vínculo, pueden hacer las cosas que les gustaron; en el caso de otros es el hecho de que tenemos un Padre que nos ama y nos permite crecer y hacer cosas nuevas lo cual nos debería alegrar más que otra cosa. Así es el sentimiento de quien es parte de los amigos de Jesús, tendrá su nombre escrito en el cielo para la vida eterna.

La lección más grande se convierte en mantener esta relación con Dios que si no ha dado los resultados de los discípulos, los dará a su tiempo, sólo tenemos que tener fe y esperar, mientras tanto, nos quedamos con el sólo hecho de ser amigos de Jesús, algo que reyes y profetas quisieron pero no les fue otorgado.

«Tener esta sabiduría de la concreción. Porque el diablo quiere que vivamos en la tibieza, tibios, en el gris: ni bueno ni malo, ni blanco ni negro: gris. Una vida que no complace al Señor. Al Señor no le gustan los tibios. Concreción. No para ser mentirosos. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos: nos perdona cuando somos concretos. La vida espiritual es tan simple, tan sencilla; pero nosotros la complicamos con estos matices, y al final nunca llegamos… Pidamos al Señor la gracia de la sencillez y que nos dé esta gracia que da a la gente sencilla, a los niños, a los jóvenes que dicen lo que sienten, que no ocultan lo que sienten. Incluso si es algo equivocado, pero lo dicen. También con Él, decir las cosas: transparencia. Y no vivir una vida que no es ni una cosa ni la otra. La gracia de la libertad para decir estas cosas y también la gracia de conocer bien quiénes somos ante Dios.»

(Homilía de S.S. Francisco, 29 de abril de 2020, en santa Marta).

Evangelio del Día
Laudes
Completas

Coronilla de la divina Misericordia

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 251 de 365

Job 18–20
Sabiduría 8,11-21
Lucas 21

02-10-2020

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Los cinco minutos del Espíritu Santo

Viernes, 2 de octubre, 2020

Nosotros somos débiles y llevamos dentro muchas inclinaciones que nos arrastran a la mentira, al egoísmo, a buscar sólo el placer y la comodidad, a procurar nuestro propio bien aunque eso pueda perjudicar a otros, a encerrarnos en nuestras necesidades egoístas. Y nosotros no podemos dominar esos instintos si no nos dejamos sostener y fortalecer por el Espíritu Santo. Pero muchas veces nos engañamos. Creemos que nos dominamos a nosotros mismos, porque dominamos el ansia de comer, o porque no engañamos al cónyuge; pero quizás no sabemos dominar otras cosas: la vanidad, la tristeza o el egoísmo, por ejemplo. Cada uno tiene sus propias debilidades, y lo peor que nos puede pasar es que las ocultemos para engañarnos y engañar a los demás, porque de ese modo no podremos crecer.

San Pablo nos recomienda insistentemente: «Les encargo que procedan según el Espíritu y no ejecuten los deseos del instinto natural. Porque ese instinto desea contra el Espíritu, y el Espíritu contra el instinto… Si vivimos por el Espíritu, sigamos al Espíritu» (Gálatas 5,17.25).

No dejemos que nuestras inclinaciones más egoístas nos dominen y nos enfermen. Mejor entreguemos al Espíritu Santo el dominio de esas inclinaciones, y elijamos lo que el Espíritu nos propone.
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Evangelio del Día

Padre Luis Maldonado

Evangelio de Mateo 18,1-5.10.

En aquel tiempo, los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?» Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial». Palabra del Señor.

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Reflexión

Sobre las lecturas de hoy, observamos que, «no por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bonitas y fuertes de Jesús sobre los pequeños. Este término «pequeños» se refiere a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en especial a los niños. Por ejemplo Jesús dice:

«Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».

Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos remiten constantemente a la condición necesaria para entrar en el reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, amor y perdón. Y todos necesitamos ayuda, amor y perdón.

Meditando en las lecturas de hoy, apreciamos que «los niños nos recuerdan otra cosa hermosa, nos recuerdan que somos siempre hijos: incluso cuando se llega a la edad de adulto, o anciano, también si se convierte en padre, si ocupa un sitio de responsabilidad, por debajo de todo esto permanece la identidad de hijo».

Todos somos hijos. Y esto nos reconduce siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos sino que la hemos recibido.

(…) Los niños portan su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en el papá y en la mamá; y tiene una confianza natural en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, aún no está contaminada por la malicia, el doblez, las incrustaciones de la vida que endurecen el corazón.

Sabemos que también los niños tienen el pecado original, sus egoísmos, pero conservan una pureza y una sencillez interior. Pero los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente.

Y muchas veces ponen en dificultad a los padres, manifestando delante de otras personas: «Esto no me gusta porque es feo». Pero los niños dicen lo que ven, no son personas dobles, no han cultivado aún esa ciencia del doblez que nosotros adultos lamentablemente hemos aprendido.

Los niños, en su sencillez interior, llevan consigo, además, la capacidad de recibir y dar ternura… Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos, cuando los tomo para abrazarlos, sonríen; otros me ven vestido de blanco y creen que soy el médico y que vengo a vacunarlos, y lloran, pero espontáneamente. Los niños son así: sonríen y lloran, dos cosas que en nosotros, los grandes, a menudo se bloquean, ya no somos capaces.

Por todos estos motivos Jesús invita a sus discípulos a hacerse como niños, porque de los que son como ellos es el reino de Dios.

Laudes
Visperas
Completas

Lectura completa de la Biblia en 365 días.
Fray Nelson Medina, O.P., lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura.
Día 245 de 365

Job 15–17
Sabiduría 8,1-10
Lucas 20,27-47